En la creación de un ambiente, los pequeños objetos decorativos cumplen un rol muy importante. Lejos de ser accesorios menores, estos elementos definen el carácter del espacio, aportando textura, color y ritmo visual. Cuando se los elige con intención, pueden equilibrar proporciones, marcar un foco de atención o suavizar tensiones dentro del entorno.
Desde la perspectiva del Feng Shui, los objetos artesanales tienen un valor especial: no solo suman belleza, sino que también aportan energía vital por su origen humano, su unicidad y el tiempo invertido en su creación. En contraste con los objetos producidos en serie, las piezas hechas a mano tienden a transmitir calidez, presencia y armonía.
Incorporar pequeñas piezas —como las tiras individuales o los caireles— permite intervenir el espacio sin sobrecargarlo, guiando el flujo de energía de forma sutil y consciente. El resultado es un ambiente más coherente, más personal y en equilibrio con quien lo habita.